01 febrero, 2010

De sorpresas y olvidos...

Estudié Ciencias de la Comunicación por diversos factores el primero fue que todo me gustaba y mi curiosidad estaba desbocada, desde las ciencias sociales, el arte pasando por la química, la nutrición... en fin, el mundo parecía tener tantas cosas para mí. Honestamente, nunca quisé que lo mío fuera la televisión o en todo caso, la radio. Más bien, el periódismo escrito aquel que supuestamente no dependía del tiempo pero podía dar a conocer razones, causas, lugares y personajes, era el que más atraía mi atención. Veía amplios reportajes, crónicas, tomando forma. En todo esto, lo más claro que percibí fue que debía tener conciencia social, que todo lo que mis manos pasará al papel o a la computadora tenía como fin ser leído y mover a las acciones. Con el paso de los años, la carrera me llevó al periodismo de oficina, no puedo quejarme al respecto también he aprendido mucho y sigo haciéndolo día a día. Sin embargo, hay cosas que siguen llamando tanto mi atención que me gustaría hacer algo al respecto, cuando diariamente veo las planas de los periódicos hablando sobre casos de injusticia en materia de derechos humanos, el caos ecológico al que hemos llegado, la falta de oportunidades para ciertos sectores... sería fácil abrir las planas y luego cerrarlas, dejarlas en algo anécdotico o ya siendo extremos actuar como el personaje de Un hombre que duerme, de Georges Perec, indiferentes sin sorpresa. Ver nada más. Nunca he satanizado ningún medio de comunicación porque todos pueden ser útiles para llevar lejos alguna "causa" está en nosotros ser críticos y tomar lo que de verdad nos sirve. Aunque, día a día las planas de cultura se reduzcan y las notas más importantes sean con quién anda Ninel Conde o si el baile de la mamá de Lucero, Internet abrió puertas para que quienes tienen voz la levanten aunque no aparezcan en portadas de revistas. Por otra parte, nunca odie la televisión ni las historietas y mucho menos las revistas como Cosmpolitan o Vanidades. Todo sirve como reflejo de un momento cultural y social. Lo que sí rechazo es nuestra falta de memoria, la capacidad de sorpresa perdida. Seguimos anclados a las injusticias porque de tanto verlas y hacerlas parte de nuestra vida ya no nos parecen tan atractivas o incluso, alarmantes. Esta mañana, leí el reportaje con el cual Juan Villoro ganó el Premio de Periodismo Rey de España y algo que me ha movido mucho fue su reflexión sobre la manera en qué coincibimos la violencia que pasa en México como algo muy lejano, el nacotráfico por muchos años fue un hecho caracteristico de regiones como Michoacán, eso era todo. Los medios siguen atentos al caso Cabañas, al fin era un futbolista conocido, recuerden que nadie hizo caso a las denuncias de las "clinicas patito de belleza" hasta que a nuestra querida Ale Guzmán le amolaron las "nachas", el hecho de que haya varios "antros" rompiendo las normas no importa, ¿quién recuerda el News Divine y Lobombo? Otra vez, tapamos el pozo después de que el niño se ha ahogado ahí, pero no era cualquier niño no, era Cabañas. Sé y tengo claro que los medios de comunicación también son negocio pero ¿en dónde ha quedado el papel "social" que deberían cumplir? La sociedad olvida también y como en México "el que tranza no avanza" tenemos todavía el pacto con la corrupción y la ruptura de normas. Tal vez, sea muy idealista, tal vez apelo a los clásicos estereotipos de lo que debería ser un periodista en recuerdo a aquellos que murieron en cumplimiento de su deber. Ningún medio de comunicación es maligno, ningún medio de comunicación es en realidad pasivo, somos nosotros los que les damos uso y olvidaamos o ignoramos lo que pasa alrededor nuestro. La reconstrucción de Haití ira ocupando menos y menos espacios cada día que pase porque la novedad será otra. Cabañas se recuperará y en un futuro otra vez los bares se llenarán de corrupción y no habrá de nuevo operativos para sancionar sus faltas. Así ha pasado año con año, acaso no perdonaron a Gloria Trevi y la volvieron a encumbrar después del escándalo de abuso a menores, claro también nos gusta enaltecer a "las víctimas". ¿De cuánto nos hemos olvidado? ¿Por cuántas cosas nos hemos dejado no sorprender? Un comando masacra estudiantes en Ciudad Juárez, ¿cuántos más siguen? ¿cuántas mujeres más quedaran como polvo del desierto? ¿quién nos protejera del miedo? En algún momento, una buena amiga me dijo que el día que México llegará a tener atentados de bombas como en Colombia ese día habríamos llegado al climax... bueno, ya los hemos tenido y ¿qué esperamos? Haití sufre y muchas comunidades de México viven en la misma pobreza, ¿qué hacemos por ellos? No quiero dejar que las noticias dejen de ser noticia para mí, no quiero sentir que lo único que veo en ellas son palabras describiendo uno o una más en las estadísticas. Me da rabia, me da impotencia ver cómo lo que hay alrededor nuestro se desmorona pero seguimos cómodos en el mismo sillón. Nuestra zona de comfort sigue intacta, al fin, nunca hemos tenido una guerra como la de Sarajevo ni hemos vivido una dictadura como la de Chile, están tan lejos esos lugares... estamos lejos de nosotros y de nuestra humanidad. Son tantos problemas, que se hacen una cadena interminable, son tantas cosas que no cambiamos de nosotros mismos...

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