27 marzo, 2010

Una emoción

Athea abrió la cajuela del auto, sonrió. En el interior vio atado un perfil, ahora quedaba claro quién era ella. El presente se sentía era étereo. Nadie más pasaría dejaría vidrios rotos sobre su mente. Había una clase de silencio reconfortante en la escena. Recordó todas las vejaciones que le habían atormentado. El aire pasó brevemente entre sus cabellos y siguió recordando. Volvío a sonreír y dejó que el auto cayera por un barranco tan profundo como su odio.

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